De todos los hikings que he realizado en estos últimos meses, el del Pico Rodadero ha sido el más significativo. No solo por la recompensa final, si no por toda las vivencias que tuvimos para llegar a ese lejano y hermoso barrio de Yauco.
Comenzamos nuestra aventura a las 7:30am. Salimos del área este y el camino para llegar mostraba en el GPS que sería de dos horas. Nos fuimos en un carro cómodo ya que había leído que la carretera para subir al Barrio Sierra Alta de Yauco, donde se encuentra el pico, era súper angosta y que tampoco contaba con mucho estacionamiento el lugar. Nos fuimos a la segura y emprendimos la travesía para llegar hasta Guayanilla y de ahí comenzar a subir. Tomamos la carretera que bordea Peñuelas y Guayanilla. Les cuento que lo que vimos en esa carretera y las experiencias vividas jamás las olvidaremos. Fue una hora adicional de camino en el cual nos encontramos por calles que en la vida habíamos tomado, curvas, atajos, carreteras súper estrechas que solo podía pasar un vehículo a la vez. Dentro de la locura de ir en una carretera desconocida, que no había un alma ni casi rótulos y que hasta caballos tuvimos que sacar de la carretera para poder seguir nuestra travesía, la verdad nos reímos muchísimo. El ver boricuas que viven tan arraigados a la tierra, a la montaña, a los animales y a la cosecha producto de sus manos, nos hizo meditar y valorar realmente que tipo de vida vivimos acá en la ciudad. Por un segundo me visualicé viviendo en ese lejano pero bello barrio en plena cordillera central. Hablamos de nuestros antepasados, cómo vivían, y hasta bromeamos con el hecho de que si alguien tiene una emergencia no llega al hospital.
La pregunta de mi compañero(a) que iba guiando de cuando podíamos dejar el carro y podíamos comenzar a caminar ya se me olvido las veces que me la hizo, ¡Ay que aventura! ¡Y que pavera!. Ya queríamos bajarnos del carro. Finalmente se acabó la carretera, si, literalmente la carretera se acaba. Llegamos con la ayuda de un amable vecino que nos explicó donde dejar el carro y como subiríamos. Agarramos bultos, agua y suministros y nos emprendimos a comenzar el hiking, la parte más emocionante y creepy a la vez, no sabes a lo que te vas a enfrentar cuando tomas un Trail. El camino para subir es aproximadamente 11 minutos sin pausas. Con paradas puede llegar a 30. El camino comienza en barro, un poco resbaladizo por las lluvias. El Trail como tal es corto pero inclinado a unos 30 grados aproximadamente. Hay tensores para agarrarse y es aunque empinado, muy cómodo para subir. Una vez arriba lo que observas te quita el poco aliento que te queda. Canalizas que ya llegaste, que valió la pena la caminata y entonces empieza lo bueno, disfrutar y hacer el contacto con la naturaleza, mi parte favorita. La vista para la sabana es impresionante, se puede observar los pueblos de Ponce, Villalba y el hermoso lago. Hay una cruz hermosa de cemento que puedes treparte para fotos espectaculares y una mono estrellada en madera. Ahí tomamos un descanso, nos hidratamos y tiramos fotos impresionantes de la espectacular vista. Hacía una intensa calor y los guaraguaos lo sabían, estábamos a 2,400 pies de altura y bien acompañadas por tres espectaculares guaraguaos que planeaban sin parar, al parecer ofreciéndonos un espectáculo y dándonos la bienvenida. Decidimos entonces tomar el corto Trail para llegar al pico. El camino hay que escalar un poco entre rocas, evadir las avispas, si avispas, que pican más duro que las abejas, y brincar una que otra rama. Pasar también por debajo de una roca en cuclillas, bueno en fin toda una aventura. Cuando llegas a esas rocas, waoooo, crucé un árbol y me trepé en una de esas rocas, ahí estuve al borde del precipicio con mis pies colgando unos 20 minutos. Mirando el paisaje, el lago, la sabana, el mar. No quería irme. Me fui en un trance, mis sentidos se conectaron de tal forma que por un momento olvidé que estaba acompañado(a). Mientras, mis compañeros se tiraban fotos en el pico, decidí moverme al pico y la experiencia se completó. Que espectacular, aún al otro día sentía que había dejado algo allí, algo recargué en ese lugar. El pico mide como unos seis pies y está medio recostado hacia el precipicio. Por eso es una aventura y solo los atrevidos se retratan en él. Obviamente que nosotros lo hicimos. La experiencia fue apaciguadora, y nos robó el aliento. Uno de mis compañeros aún la mañana siguiente hasta lloró porque las emociones del día anterior fueron demasiadas juntas. Una experiencia inigualable. Porque podremos ir al Gran Cañón, las cataratas, el mundo entero, pero tu patria, es tu patria, tu tierra, es tu tierra. "El que no conoce su tierra no le puede llamar su patria" E.V.
